Resumiendo lo expuesto en las entregas anteriores, encontramos un diagnóstico de la situación en la que se encuentran los museos, no muy esperanzador:
- Recursos que pierden potencial atractivo, especialmente a públicos jóvenes, grupos minoritarios o en situación de desventaja social.
- Con una pobre capacidad de cambio y adaptación a las demandas de la población.
- Que sigue descansando en un discurso centrado en lo expositivo, que no se hace eco de lo cotidiano.
- Que ignora la comunidad, la realidad externa y aquello que preocupa a los ciudadanos.
Desde luego el panorama no resulta muy halagüeño. No es de extrañar que en las jornadas de la Asamblea General Extraordinaria del Consejo Internacional del propio ICOM se decidiera, con más de un 70% de los votos de sus miembros, posponer el consenso sobre la definición de Museo, coincidiendo con el primero de nuestra serie de posts que con la entrega de hoy concluye.
Me pregunto, ¿hacia dónde van los museos si la institución paraguas que los aglutina no es capaz de lanzar una definición razonable y consensuada de lo que son? Me pregunto, ¿qué peso específico tiene en esa dificultad manifiesta el rechazo a lo inevitable: la apertura de par en par de las puertas al ciudadano, la acogida de las distintas comunidades, como única alternativa a la extinción?
Pero también me pregunto, ¿cómo es posible que en la era de la evaluación, de la eficiencia, de las ansias de excelencia en los servicios, podemos seguir dejando a los museos aparcados en sus maneras de antaño que se conforma con contabilizar visitantes, sin incluir un concepto imprescindible entre sus objetivos y la generación de un vínculo estable con la comunidad, con la más vulnerable, con aquella que más tiene que hacer en un museo, como eje de conexión con lo comunitario y con lo cultural?
Por suerte, algunos responsables y equipos de instituciones museísticas parecen atentos al cambio y a la renovación de las estrategias de alcance de públicos, haciendo tímidos acercamientos a la posibilidad, no sólo de atraer visitantes, sino al reto de generar un vínculo estable entre el ciudadano y el museo.
Sin ninguna duda, éste será el gran reto en los próximos años. Hacer que la gente venga y se quede. Que esté. Que sea. Que forme parte de la institución y sea capaz de transformarla.
Desde Factoría de Arte y Desarrollo interiorizamos esta misión como propia, y apostamos por la focalización en nuestros equipos de gestores, de mediadores, de educadores de un significativo número de museos y centros culturales en este objetivo, ambicioso, pero tan apetecible como necesario.
En marcha, amigos.
José Antonio Mondragón
Director de Factoría de Arte y Desarrollo
Cuarto y último de una serie de artículos sobre la necesidad de renovación de la Misión de los museos, con motivo del inicio de dos de nuestros cursos de experto más prestigiosos.
